Las experiencias del director de la Escuela Milby lo ayudan a conectar con los jóvenes
En esta entrega semanal de Yo soy HISD, que presenta perfiles de estudiantes, graduados y empleados del distrito, el director de la Escuela Preparatoria Milby, Roy de la Garza, habla sobre la importancia de ser accesible, sobre cómo su difícil niñez lo ayuda a identificarse con los estudiantes hoy día y sobre una sorpresiva meta que se había fijado y que ya alcanzó.
Entiendo que usted abandonó los estudios cuando cursaba la preparatoria. ¿Qué lo motivó a completar su educación?
Las fuerzas armadas. Te obligan. (Se ríe.) Yo había abandonado la escuela en el undécimo grado en La Porte ISD porque me di cuenta de que mi tiempo era valioso para alguien, pero no podía hacer una conexión entre lo que enseñaban y lo que yo iba a hacer. En ese entonces, el salario mínimo era de $3.25 la hora, por eso cuatro o cinco dólares la hora me pareció mucho.
Usted ha sido el director de la Escuela Milby durante casi dos años. ¿Cómo llegó de las fuerzas armadas a este cargo?
Yo quería ser un escritor, y dado que soy pragmático, pensé que tenía que hacer algo para ganar dinero. Entonces conseguí un trabajo como tutor de TAAS en la Escuela Secundaria Jackson a mediados de la década de los 90, pensando, “Okay, voy a tener los veranos libres, puedo escribir en ese tiempo”.
Pero me tocó trabajar con una chica que estaba en una pandilla y que por lo general, no escuchaba nada de lo que yo decía. Un día, yo le estaba enseñando un concepto de álgebra y a ella se le iluminó el rostro. Dijo “lo entendí”. Y yo recuerdo que se me erizaron los brazos y me pasé el resto del día sonriendo. Supe entonces que iba a estar en una escuela por el resto de mi vida.
Oí decir que usted fue propietario de un restaurante local por un tiempo. ¿Cómo se dio eso?
Bueno, yo tengo una lista de cosas que quiero hacer en mi vida, como todo el mundo, y por más que me apasiona lo que hago, en mi corazón soy un empresario, y siempre tengo algo entre manos. Pero soy una de esas personas que se meten de lleno en algo y luego van aprendiendo sobre la marcha, y en el 2008 tuve la oportunidad de ser dueño de un restaurante, y decidí hacerlo. Administré Broken Spoke (que ahora está cerrado) durante cuatro años y fue una experiencia estupenda. Me gustaba mucho el trabajo pero el año pasado en octubre hubo un incendio, y volver a abrir el restaurante hubiera significado tener que dejar este trabajo; por eso no lo hice.
¿Qué consejos les ofrecería a directores de escuela que recién empiezan?
Tienen que sentir pasión por el trabajo. A veces oigo de directores que se encierran en su oficina porque tienen tanto que hacer, pero para mí, si yo no estoy atendiendo a los jóvenes día a día, no estoy haciendo mi trabajo. Lo más difícil es ser accesible, pero también es lo mejor porque de otra manera es imposible saber lo que está pasando en la escuela.
¿Qué otro aspecto de su vida sorprendería a la gente si lo supieran?
Tengo una mayor afinidad con los estudiantes más difíciles porque cuando yo tenía su edad ya tenía antecedentes policiales. Estaba pasando por circunstancias difíciles y descubrí que si me metía en problemas recibía mucha atención positiva de mis pares. Yo era un joven tímido, delgado, creo que estaba tratando de crearme fama en mi ambiente.
Lo que eso significa para mis estudiantes hoy es que cuando les estoy encima por lo que hacen, no es que los esté juzgando, es por experiencia. Tengo un número relativamente bajo de estudiantes verdaderamente difíciles en mi escuela, pero ellos saben que yo he pasado por algunas de las cosas por las que ellos están pasando. Hubo un momento en que yo no tenía opciones y no tenía adónde ir porque había hecho un gran lío de mi vida, pero quería salir adelante y triunfar. El caso es que para mí, el asunto es asegurarme de que la vida de ellos no sea tan desastrosa como la mía era cuando yo tenía su edad.
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