Profesor usa ‘voz firme’ para que le presten atención
La voz más potente en un salón no necesariamente es la más alta, la más fuerte, la más profunda, y ni siquiera la más tajante. Por lo general, es la más inteligente y, a veces, la más sosegada.
Esa es la lección que el profesor de teatro Tal Gribbins aprendió después de haber puesto en práctica en su clase de la Escuela Secundaria Grady la estrategia “Voz firme’ del libro “Enseñe como un campeón”, escrito por Doug Lemov.
“Durante la capacitación docente, lo que más se enfatiza es cuán importante (y difícil) es controlar el ambiente del salón de clases”, dijo Gribbins. “A pesar de nuestros mejores esfuerzos, hay veces en que los estudiantes hablan cuando no queremos que lo hagan. Alzar la voz para que los estudiantes nos oigan por encima de sus conversaciones no logra sino que ellos aumenten su propio volumen para oír a sus compañeros por encima de uno. Pero esa es la costumbre, es la respuesta común. Si uno trata de competir con ellos por la superioridad vocal, pasa a ser parte del grupo en lugar de ser el líder. Por eso no hay que tratar de hacerse oír por encima de las voces de los estudiantes. Jamás”.
“Ahora, yo solo uso la Voz firme’”, dijo Gribbins. “Para que todos me presten atención, les doy instrucciones concisas, firmes y bien proyectadas. Si el sonido de mi voz no logra detener sus conversaciones, simplemente dejo de hablar y me paro derecho mirando al grupo de frente. El lenguaje corporal dice mucho por una persona. Y el contacto ocular directo también. Después de unos segundos, comienzo a hablar otra vez. Si todavía hay alguien en el grupo que no ha dejado de hablar para escucharme, me detengo otra vez”.
Gribbins dice que se da cuenta de que la idea parece ridícula, “pero, le aseguro que funciona de maravilla. Puede ser que establecer este procedimiento como norma de la clase le tome un tiempo, pero la magia de la Voz firme es que al final, los estudiantes hacen el trabajo por usted. Ahora, la segunda vez que dejo de hablar en medio de una oración, corre por el salón de clases una ola de “¡Shhhs!” y “¡Hagan silencio!”. La clase comienza a controlarse y corregirse a sí misma. La Voz firme le permite establecer y mantener su autoridad en el salón”.
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