Refugiada sudanesa rehace su vida en la Escuela Preparatoria Lee
En esta entrega semanal de Yo soy HISD, que presenta perfiles de graduados y empleados de nuestro distrito, la alumna de undécimo grado de la Escuela Preparatoria Lee y proveniente de Darfur, Nasma Abdulkhalik habla sobre la guerra civil y sobre la nueva vida que tiene como alumna de una escuela de HISD.
Tú tenías tan solo siete años cuando estalló la guerra entre las fuerzas del gobierno sudanés y la población indígena no árabe. ¿Cómo era tu vida en Darfur en esos momentos?
Mis recuerdos más tempranos son de la fiesta Eid. Recuerdo a unas jovencitas, de 15, 16 y 17 años que se adornaron el cabello con dinero, se vistieron con su ropa más bonita y se maquillaron los ojos. Se bailaba en todas partes y había mucha comida. Cuando comenzó a llover, salimos afuera y bailamos en la lluvia. Había fruta por doquier porque cuando yo era más chica con mi mamá habíamos plantado mangos. Yo pasaba los fines de semana con mi abuelo. Se vivían tiempos felices. Antes de eso la gente nunca había peleado en las calles.
Cuando la guerra comenzó era un viernes después de la salida de la escuela y mis padres no estaban en casa. Había soldados del gobierno tirando bombas, y otros soldados con espadas montados a caballo. Mi tía estaba en casa, había tenido un bebé la semana anterior y todavía estaba recuperándose. Nos dijo que nos marcháramos con nada más que la ropa que traíamos puesta. A lomo de burro emprendimos el camino hacia las montañas. Se oía el tiroteo y los soldados violaban a las mujeres y a las niñas y mataban a los bebés varones. Si sabían que tenías una educación superior, te mataban. Si eras un hombre, te mataban. Yo vi todo eso. Y cuando volvimos la vista hacia atrás en nuestra huída, lo único que vimos fue el fuego.
Durante el escape por las montañas para escondernos de los soldados del gobierno, me separé de mis padres y no fue sino hasta un año más tarde que, de casualidad, me encontré con mi madre. Ella había recibido un disparo y le habían cortado una pierna con una espada. Sobrevivió, pero ya no podía trabajar. La Cruz Roja nos informó que mi padre estaba en Chad; había sido baleado tantas veces que casi se murió; había perdido tres huesos. Viajamos como refugiados a Chad, Etiopía, Kenia, Francia, y vivimos en Burkina Faso en edificios de apartamentos con seguridad. De allí, las Naciones Unidas nos trajeron a Houston.
¿Qué fue lo que más te sorprendió de Texas?
La gente que habla en español… ¡gente de todas partes! Cuando yo vivía en Sudán in siquiera sabía que había otra gente en el mundo. Ahora tengo amigos de Alemania, de Honduras, de México, de África y de los Estados Unidos.
En la Escuela Preparatoria Lee participas en atletismo y en el club de fuerzas del orden público. ¿Qué ofrece la escuela Lee que piensas que los estudiantes de Sudán podrían apreciar más?
Lo que más les gustaría sería la oportunidad de educarse en un lugar seguro. Yo nunca fui a la escuela, nunca estudié. En Darfur, comencé a ir a la escuela en el primer grado y nunca terminé. Aquí he descubierto tanto que no conocía. Aunque yo creía que sabía, no lo sabía todo. Lee me lo mostró todo. Lee me mostró lo que mi vida puede llegar a ser.
Me dicen que te gustaría dedicarte al desarrollo y la asistencia internacional. Basándote en tus experiencias, ¿qué programas educacionales serían más beneficiosos para las adolescentes?
Antes de casarse, las jovencitas necesitan crecer. Necesitan programas de educación superior. Necesitan ser más inteligentes de lo que creen ser. Necesitan sentirse protegidas. Necesitan servir a su país. Y necesitan divertirse en la vida.
¿Qué consejos les darías a otros estudiantes de HISD que estén tratando de adaptarse a la vida en los Estados Unidos?
Deben terminar sus estudios. ¡La escuela es gratis aquí! Los estudiantes de HISD tienen que ir a la universidad para poder ser lo que quieran ser.
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