Centro Halpin mejora la asistencia estudiantil de manera creativa
Cuando los niños faltan a la escuela, no son ellos los únicos que se pierden de recibir su diaria dosis de enseñanza. Con el paso del tiempo, las escuelas pierden su habilidad para impartirla.
Los fondos se asignan a las escuelas en base a su índice de asistencia estudiantil diaria, por lo tanto, hasta un descenso de tan solo un punto porcentual, puede costarle a una escuela miles de dólares en fondos necesarios para sustentar sus programas educativos.
Por esa razón, a principios del año escolar, el Centro de Educación Preescolar Halpin implementó un innovador programa para aumentar su índice de asistencia estudiantil.
Cada día que un estudiante asiste a la escuela, se escribe su nombre en un papelito que se coloca en un frasco. Al final de cada mes, se realiza un sorteo en el cual se sacan del frasco dos nombres. Esos dos estudiantes ganan premios. También hay un sorteo similar para los maestros del “Club 100%”, y los estudiantes que asisten a la escuela todos los días durante un mes dado también reciben incentivos, por ejemplo, una invitación a un baile (AttenDANCE) donde puede divertirse bailando a sus anchas con sus maestros y con la directora. Como a veces la asistencia baja justo antes del fin de semana, las clases que tengan asistencia perfecta los viernes reciben palomitas de maíz al final del día.
Esta iniciativa para fomentar la asistencia fue idea de la Directora Jessica Tejada y de la maestra de ciencias Yady Blessinger, participante del programa de la Universidad de Texas Collaborative Urban Leadership Project (UT-CULP), un proyecto que estudia el tema de la asistencia.
“Los maestros siempre conocieron la importancia de que los estudiantes asistan a clases para poder aprender”, dijo Tejada, “pero ahora están mejor informados sobre la relación que hay entre la asistencia estudiantil y los fondos necesarios para la escuela. Ahora estamos alcanzando índices de 95 a 96% de asistencia todos los meses en comparación con el 92.9% anterior. Los estudiantes no quieren perderse la oportunidad de bailar con el director y con sus maestros. Una vez incluso tuvimos el caso de un padre que no quería llevarse su hijo enfermo a casa porque así perdería el privilegio de asistir al baile”.
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