Los estudiantes de la Preparatoria Furr de HISD recibieron una sorpresa cuando llegaron a clases el 26 de septiembre. Mientras se acomodaban en sus asientos escucharon en el intercomunicador la voz severa del oficial de la policía de HISD Craig Davis anunciando que la biblioteca estaba cerrada y que los estudiantes tenían prohibida la entrada ahí.
La curiosidad de los adolescentes creció en el transcurso de la mañana y cuando pasaban por la biblioteca veían que sus ventanas estaban oscurecidas por un papel negro y cubiertas con cintas de la escena del crimen; pero había unos agujeros estratégicamente colocados sólo para revelar un carrito lleno de títulos extraídos de sus propios estantes y con una etiqueta que decía: ‘libros prohibidos’. El pasillo que conduce a la biblioteca de la escuela también estaba decorado con carteles de simulacros de crímenes que mostraban los rostros de los maestros de la Preparatoria Furr con letreros que decían ‘se busca por leer libros prohibidos’ y una vitrina llena de portadas de libros prohibidos que se encuentran en la colección de esa escuela.
Después del almuerzo, el bibliotecario Gerrod George arrancó el papel para presentar la Feria Clandestina del Libro Prohibido con una selección de libros prohibidos disponibles para su préstamo y con proyectos para 40 estudiantes de la clase avanzada de literatura de inglesa del maestro James Sartor.
El ejercicio se diseñó para hacer tomar conciencia sobre la semana de libros prohibidos que tuvo lugar del 23 al 27 de septiembre y que se organizó para lograr que los estudiantes pensaran y hablaran acerca de los peligros de la censura, la importancia de la libertad de expresión y el valor de la diversidad en las ideas.
‘Los alumnos preguntarían: ¿Qué libros están prohibidos?’, dijo Junior Sabrina Olivera y, ‘sabrían que Harry Potter, Twilight y The Hunger Games, que a los muchachos les encanta, son prohibidos. Y muchos de ellos no podían entender por qué.
Junios Sabrina Olivera también dijo que muchos de sus compañeros también se sorprendieron al ver la cantidad de libros prohibidos que ya habían leído como el clásico distópico de Ray Bradbury, Fahrenheit 451 y esto motivó a otros a echar un vistazo a los títulos que aún no habían leído.
‘Lo que los estudiantes encontraron muy divertido fue el número de libros prohibidos por malas palabras’ dijo el bibliotecario Gerrod George, ‘como si nunca las hubieran aprendido, escuchado o leído’.
El evento también contó con invitados especiales como Bryan Parras de Nuestra Palabra, quien habló sobre las actividades de Librotraficante con sede en Houston. Bryan Parras describió las visitas que hizo durante el verano a otros dos ‘bibliotecas clandestinas’ que presentaron colecciones de estudios culturales.