La tarde del martes, en el en el estadio olímpico de Tokio, Raevyn Rogers corría la primera vuelta de su carrera en último lugar. Pero en Houston, su madre sabía que su hija, por primera vez atleta olímpica, todavía no había hecho su gran movimiento.
“Pasó por la primera vuelta y yo todavía estaba sentándome”, dijo Rhonda Rogers. “Cuando empezó a moverse, me puse de pie. Le hablaba a la televisión como si ella estuviera enfrente mía”
La intuición de la madre demostró ser acertada tan solo unos momentos después. La atleta de 24 años, nacida en Houston, se puso en cabeza y terminó tercera, llevándose a casa una medalla de bronce en la carrera femenina de 800 metros lisos de los Juegos Olímpicos 2020.
“Pasó de la última posición a la tercera en menos de 100 metros”, dijo Rhonda. “Cuando vi los resultados, empecé a llorar”.
Para la familia de Rogers, ese espíritu deportivo -y la dedicación a HISD- es una tradición generacional.
El abuelo de Raevyn trabajó en HISD como entrenador de fútbol americano, atletismo y baloncesto de la Preparatoria Jones. Su madre continuó esa tradición, trabajando primero para la Preparatoria Scarborough como maestra y entrenadora y después para el departamento de deportes del distrito. Hoy trabaja como gerente del Estadio Barnett y es la primera mujer en ocupar este cargo en un estadio de HISD. Raevyn se formó en el distrito y cursó hasta el octavo grado en la Academia de Doble Vía Wharton.
“Los dos somos hijos de un entrenador”, dijo Rhonda. “Hemos heredado los deportes”.
Ella le da crédito incluso a los maestros de Wharton, por haberle enseñado a Raevyn a no rendirse, tanto en la pista como en el aula.
“Esto ha sido un gran motivo de orgullo para nuestra comunidad, incluido HISD”, dijo Rhonda. “Hasta el día de hoy, Raevyn mantiene el contacto con sus maestros de Wharton a través de las redes sociales, como sus maestros de 4.º y 5.º Grado”.
Raevyn comenzó atletismo siendo una niña, después de un intento fallido en t-ball. La madre de una de las dos niñas del equipo le comentó que ella se sentaba allí “dibujando flores y corazones en la tierra”. Cuando vieron a un equipo de atletismo local -el Wings Track Club– practicando cerca, Rhonda decidió que mejor inscribiría a su hija en atletismo.
Rhonda comentó que después de un comienzo difícil en el que “lloraba en cada entrenamiento”, Raevyn floreció.
“Mi padre la animó a intentarlo y continuar un año más. El siguiente año no la vimos llorar; simplemente despegó desde ahí. Si no hubiera sido por mi padre, ella no sería la medallista de bronce que es hoy”, dijo Rhonda dijo refiriéndose a su padre, que no vivió para ver a su nieta convertida en medallista olímpica. “El orgullo que él hubiera tenido habría sido increíble. Si estuviera aquí no haría otra cosa que sonreír”.
Después de graduarse de preparatoria, Raevyn compitió por la Universidad de Oregón antes de convertirse finalmente en profesional, ganando una medalla de plata en el Campeonato Mundial del año pasado. A partir de ahí, se clasificó para los Juegos del 2020. ¿Y qué sigue para Raevyn? La próxima competencia internacional será en Eugene, Oregon y los próximos Juegos Olímpicos en París, en 2024.
Raevyn y su madre esperan estar presentes en ambos.