Para los conductores de autobús, la seguridad siempre ha sido prioridad máxima. Ahora, a casi un año del comienzo de la pandemia de COVID-19, aunque eso no cambiado, las estrategias para lograrlo son diferentes.
Preparados con un surtido de productos de limpieza y aspersores llenos de desinfectante del tipo que se usa en los hospitales, los viernes y sábados los empleados desinfectan todas las superficies de cada uno de los autobuses que hayan estado en funcionamiento esa semana.
«Nos cercioramos de que todo esté limpio a fondo», dijo Tyrick McCoy, integrante del departamento de Servicios de transporte y miembro del equipo de limpieza de autobuses.
El proceso no es fácil, y es una tarea adicional a la limpieza que se hace normalmente antes y después de cada recorrido.
Primero, un empleado equipado con el aspersor recorre el autobús cubriendo todas las superficies con desinfectante. Luego otro empleado limpia todos los asientos y ventanillas con toallas y aerosol desinfectante.
El resultado es un autobús totalmente limpio y desinfectado, listo para otra semana de transportar estudiantes.
Cuando McCoy llega, prepara las mochilas con los aspersores y se cerciora de que haya suficientes toallas para la limpieza de asientos y ventanillas, así como guantes y mascarillas para proteger a todos.
«Es muy importante para que no se enfermen o lo transmitan a sus familias y continúen propagando la pandemia», dijo McCoy. «Es una gran responsabilidad».
La importancia del trabajo también es una responsabilidad de peso para su colega Samuel Gallegos, quien trabaja en HISD desde hace seis años. Si él no hace bien su trabajo, dijo, alguien podría enfermarse.
«Uno de mis compañeros del equipo podría quedarse sin trabajar, o yo podría poner en riesgo a su familia. Y no solo eso, tenemos que pensar en los estudiantes», dijo Gallegos. «Podríamos tener a un futuro presidente en uno de los autobuses. Debemos protegerlos a todos».