Guarda de cruce reflexiona sobre la importancia de la educación y su juventud en tiempos de lucha por los derechos civiles

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A los 19 años, Mary Campbell estaba más interesada en trabajar y socializar que en prestar atención a las injusticias del mundo. No sabía de política ni estaba lo suficientemente informada como para participar en conversaciones sobre temas raciales.

Pero eso cambió el día en que aceptó una invitación a una asamblea política en 1970, tan solo dos años antes de que Martin Luther King, Jr. fuese asesinado de un balazo.

Campbell recuerda que su amiga le dijo “hoy vas a aprender algo”. Esa fue la primera asamblea a la cual asistió y el despertar de su deseo de aprender.

Fue entonces que la educación se convirtió en la fuerza impulsora de su vida, y más de 50 años después esa motivación no ha mermado en ella. Hoy, a los 71 años, es guarda de cruce escolar a cargo de proteger a estudiantes de la Escuela Primaria Daily de HISD.

Con la celebración del Mes de la Historia Afroamericana las escuelas están enseñando a sus alumnos los logros de los afroamericanos, y Campbell comparte lecciones de su propia experiencia con la esperanza de motivar a los estudiantes.

«Les digo que vayan detrás de sus sueños», dijo Campbell. «Podría tomarles un tiempo darse cuenta de cuáles son –así me pasó a mí– pero cuando los descubran, no deben dejar de perseguirlos».

De niña, Campbell vivía en el pueblito de Ville Platte, La., y tenía siete hermanos, pero ninguno de ellos conoció el peso del racismo y el prejuicio hasta que la familia se mudó a Houston cuando ella era una adolescente. A partir de entonces empezaron a sentir las miradas de reojo de otras personas en los restaurantes y a sufrir el desdén de sus compañeros.

Más allá de eso, se dio cuenta de que sabía muy poco sobre política y la importancia del movimiento por los derechos civiles y quiso aprender.

En el transcurso de los años siguientes a su primera asamblea, Campbell recorrió la ciudad escuchando a líderes afroamericanos y otros agentes de cambio, como el difunto Mickey Leland y Sheila Jackson Lee, quienes hablaban sobre problemas que plagaban a la comunidad afroamericana.

«Me encantaba escucharlos hablar», dijo Campbell. «Aprendí mucho».

A pesar de haberse criado en una granja, donde Campbell recuerda haber lamentado que sus padres la pusieran a ayudar en las labores agrícolas en lugar de enviarla a la escuela, ella supo ponerse al día. Decidida a educarse, se inscribió en una escuela para enfermeras, en clases de la Universidad de Houston, e incluso en la Academia Policial de Houston en busca de conocimientos y oportunidades. 

Al final, descubrió que su vocación era ser chef. A lo largo de cuatro décadas de trabajo en las cocinas de los mejores establecimientos, como el Memorial Drive Country Club –que ya no existe– les estrechó la mano a presidentes de Estados Unidos y otros dignatarios antes de jubilarse y sumarse al Equipo HISD.

Campbell está orgullosa de sus logros, pero más orgullosa aún de que todos sus hermanos hayan cursado estudios universitarios, y de que su hijo, Johnny, a los tres años ya supiera leer.

En el puesto de guarda de cruce de la Primaria Daily, Campbell dedica su día a ayudar a los jóvenes estudiantes a cruzar la calle y aprovecha para compartir con ellos algunas palabras sabias.

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