Generalmente un nuevo ciclo escolar trae un torbellino de emociones para Julie Dickinson, directora de la Primaria Kolter. Sentimientos de emoción se mezclan con la esperanza de que todo salga bien.
Al prepararse para el inicio del ciclo escolar 2020-2021, Dickinson experimenta de nuevo esas emociones, pero esta vez están teñidas de la promesa de un nuevo comienzo.
“Hubo una gran pérdida para llegar adonde estamos hoy”, dijo Dickinson. “Pero no puedo pensar en una comunidad más merecedora”.
En agosto de 2017, el huracán Harvey dejó tres pies de agua en los pasillos de las Primarias Kolter, Braeburn, Mitchell y Scarborough. Con las escuelas devastadas con daños irreparables, cientos de estudiantes y miembros del personal se vieron obligados a trasladarse a escuelas improvisadas y temporales, mientras sus escuelas locales eran demolidas y reconstruidas.
Tres años después, las obras están casi completadas y las cuatro escuelas preparan su apertura para dar la bienvenida a los estudiantes que vuelven a “casa” por primera vez desde que Harvey golpeó la escuela.
“Ha sido poderoso, ha sido emocional y a veces ha sido abrumador”, dijo Grenita Lathan, superintendente interina de HISD. “Pero también ha unido a nuestra comunidad. Será emocionante para ellos volver a casa”.
Las escuelas han previsto trasladarse a sus nuevos espacios en primavera, pero la pandemia del COVID-19 ha colocado estos planes en espera. Los envíos de los muebles se han retrasado y el distanciamiento físico ha reducido el número de trabajadores por jornada permitidos para trabajar en las obras.
Ahora la espera casi ha terminado. Las escuelas de dos pisos, cuyos tamaños varían desde los 90 mil a los 112 mil pies cuadrados, cuentan con espacios diáfanos de colores brillantes y abundante luz natural, además de espacios de aprendizaje fuera de las aulas.
“Esto nos va a permitir brindar experiencias de aprendizaje que superan con creces todo lo que hemos ofrecido a nuestros estudiantes y familias en el pasado”, dijo Amanda Rodgers, directora de Braeburn.
Estar en ubicaciones temporales no fue fácil. Elizabeth Castillo-Guajardo, directora de Mitchell, comentó que estar lejos hacía difícil mantener la conexión con estudiantes y familias.
“Extraño correr a la taquería de abajo y encontrarme con familias. Es [la escuela] una presencia física en la comunidad, como un faro de esperanza ante lo que depara el futuro”, dijo Castillo-Guajardo.
Aunque este otoño el aprendizaje presencial en el aula se ha retrasado debido a la pandemia, Miriam Medina, directora de Scarborough, todavía puede sentir esa oleada de emoción propia de cada nuevo ciclo escolar cada vez que camina por los pasillos del nuevo edificio.
“Puedo imaginarme a los niños allí, soñando con su futuro”, dijo Medina, mientras una rápida sonrisa se extendía por su rostro. “Estoy impaciente por escuchar el alboroto, las risas y el intercambio de ideas”.