El 9 de junio, Cindy Puryear se convirtió en la nueva Directora de Alfabetización de HISD. Recientemente platicamos con ella sobre cómo ella misma tuvo que superar dificultades que tenía con la lectura cuando era joven, el momento en que se dio cuenta de que quería ser docente, y sus metas para el primer año del programa Literacy By 3. A continuación publicamos una transcripción abreviada de esa conversación.
Cindy Puryear
Empecemos por hablar de cómo se convirtió en docente. ¿Cuándo decidió que ese ámbito era el suyo?
La verdad es que nunca quise ser más nada que maestra, tanto de pequeña, como cuando estudiaba en la universidad, como cuando ya era una profesional. Un verano en que estaba de viaje, cuando todavía asistía a la preparatoria, iba en el asiento de atrás, mirando las montañas por la ventanilla del auto, y de pronto lo supe —con la misma claridad que si alguien hubiera estado sentado a mi lado diciéndomelo— que yo tenía que ser maestra. Cuando a uno le sucede algo así, le parece que eso le debe de pasar a todo el mundo, pero no es así, y yo me siento muy agradecida.
En un momento dado de su carrera, usted trabajó cinco años al servicio de las poblaciones de estudiantes con necesidades especiales. ¿Por qué era tan importante para usted aprender a atender a todos los aprendices, y de qué manera esas experiencias incidirán en las decisiones que tome de ahora en adelante?
Cuando comencé a trabajar como maestra, mi pasión era la educación especial y di clases en esa especialización durante varios años. Hay niños que aprenden a pesar de lo que hagamos, y niños que aprenden si hacemos aunque sea un trabajo regular, pero cuando uno trabaja con niños rezagados, no se puede perder ni un solo minuto. Es necesario que uno pueda identificar las áreas de necesidad y determinar qué es lo que les impide aprender, por eso este trabajo es en verdad una manera de perfeccionar el arte de la enseñanza.
Cuando pienso en los estudiantes que se quedan atrás, se me ocurre que debemos comenzar desde el principio, con lo más básico. Como no tengo la menor duda de que Literacy By 3 va a ser exitoso, comprendo que el comienzo del programa determinará su curso. El trabajo debe empezar en Pre-Kindergarten. Dado que las evaluaciones de mayor impacto se administran a partir del tercer grado, es allí donde nos habíamos enfocado, pero en realidad a esa altura ya era demasiado tarde. Lo que estamos haciendo ahora es echar los cimientos para el desarrollo de buenos hábitos de lectoescritura.
Le he oído decir que le costaba mucho la lectura. ¿Quién o qué la ayudó a superar ese obstáculo, y qué efecto tuvo esa experiencia en su decisión de ayudar a otros a dominar la lectoescritura?
Bueno, esa es la parte triste de mi historia. Ni una sola persona me ayudó. Ni una. Me parece horrible tener que ser tan tajante, pero es la verdad. Durante muchos años, yo traté de buscarle la vuelta, pero un buen día decidí que debía reconocerlo y decir que nadie me ayudó, porque nadie lo hizo. Yo tuve que arreglármelas sola.
De niña, me expresaba bastante bien, y por eso nadie notaba nada. No quería que la gente se diera cuenta de que yo era lenta, entonces, durante la hora de la lectura en la clase, yo fingía que leía, dando vueltas las páginas al mismo ritmo que lo hacían los lectores más veloces, pero los demás sí estaban leyendo. Después, cargaba con todos los libros a casa donde los leía en voz alta. Era un proceso muy lento, me tardaba una eternidad, pero me di cuenta de que si oía lo que leía, podía comprender el texto, ya fuera una novela o un libro de texto de ciencias. Y si un maestro lo decía, yo lo recordaba. Hasta el día de hoy hago lo mismo.
Vaya; parece que usted es la definición misma de aprendiz auditivo. ¿Alguna vez recibió un diagnóstico de dislexia o de algún otro trastorno de la lectura? ¿Cree que sea posible que en su caso algo así se les haya pasado por alto?
Sí, definitivamente. Pero uno aprende a compensar por la mayor parte de la deficiencia, excepto en la fluidez. Yo puedo leer cualquier cosa, lo que no puedo es leer muy rápido. Y ahora tengo otras habilidades, como buscar subtítulos para aclarar o tener una visión general de algo.
Usted pasó a ocupar el cargo de directora de alfabetización hace más o menos un mes, pero no es nueva en el distrito. Como coordinadora de instrucción en varias escuelas, ha trabajado mucho en iniciativas de lectoescritura. ¿Cuáles son sus objetivos para el primer año de Literacy By 3?
Para el final del primer año, me gustaría que todos los estudiantes dediquen el 80 por ciento del tiempo destinado a la lectoescritura, a leer, en lugar de a realizar actividades relacionadas con la lectura. Me gustaría ver a todos los niños participando con sus maestros en lecciones diseñadas específicamente para un grupo, y quisiera verlos tomar parte en actividades de lectura en voz alta para que los maestros puedan demostrar no solo lo que hace un lector, sino cómo piensa, cómo reflexiona, y qué hace cuando algo lo confunde; todo lo que hacemos a diario, para que lo vean. Y por supuesto, que todo se base en que cada estudiante tenga el libro adecuado para él (como quien dice, el método de “Ricitos de oro”).
Por razones obvias, estamos oyendo mucho acerca del aspecto del nivel de primaria de Literacy By 3, pero, ¿qué tipo de apoyo se va a ofrecer a los estudiantes que todavía no estén leyendo al nivel de su grado en la secundaria y la preparatoria? ¿Qué pueden esperar ellos?
Bueno, lo primero que vamos a hacer es implementar un sistema que nos permita determinar a qué nivel están leyendo los estudiantes, porque francamente un joven que tiene dificultades con la lectura, especialmente uno que está en la preparatoria, literalmente puede cursar toda la preparatoria sin que le den algo que pueda leer.
Vamos a empezar a usar la escala Lexile para determinar qué libros ofrecer a los estudiantes con base en su nivel de comprensión. Esa es la meta. Además, vamos a ofrecer capacitación y apoyo a los maestros para que organicen actividades de trasfondo. Cuando un estudiante tiene dificultad para leer, lo peor que se puede hacer es decirle “Lee esto, y después lo discutimos”. Si los docentes tienen herramientas que puedan usar para aumentar el conocimiento previo, como ejercicios de vocabulario para practicar las palabras más difíciles, se facilita la lectura del texto.