El sábado, vestidos con camisetas verdes, los estudiantes de la Escuela Primaria Braeburn se enfrentaron al sol de verano y se reunieron en el lugar de las obras de la que fue una vez su antigua escuela.
Los estudiantes estaban sentados con sus padres y amigos; algunos estaban bajo sombrillas y daban sorbos a su agua helada. Miraban asombrados el sitio que tenían enfrente: dos pisos de columnas de acero que pronto se transformarán en su nueva escuela.
“Estamos muy contentos de que este edificio sea la escuela Braeburn definitiva, la mejor hasta ahora”, dijo Óscar Pérez, estudiante de cuarto grado, cuyas palabras fueron traducidas por el alumno de cuarto grado Stanley Jiménez para la multitud mayormente hispano hablante. “Cuando vimos los planos de la nueva escuela, casi no pudimos creer que íbamos a aprender en un edificio tan lindo”.
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